lunes, marzo 06, 2006

Espacio íntimo

Siempre pensé que el espacio más íntimo, reservado y secreto, eran nuestra propia habitación, llámese al lugar donde se vive como una casa, un departamento, un cuarto... y que por supuesto, es muy protegido por todos... por lo que celosamente se guarda en él.

Pero! descubrí que sin ir muy lejos y sin tener necesidad de representarlo en un ente o espacio físico, nuestra intimidad es nuestro propio cuerpo, aquel que nos ayuda a movilizarnos, el que se estremece por frío, el que se aflige con tanta tristeza, el que se encorva de tanto reir... ese maravilloso "templo orgánico" que se expresa en su máxima apertura, y nos deja ser...

Este espacio íntimo se ve interrumpido por el público, que lo acecha de vez en cuando, y de cuando en vez... y de esa manera conocer cuales son nuestros limtes, y el de los demás.

Lo siento constantemente cuando debo luchar con las personas en la combi, cuando me abro paso entre la gente al caminar, cuando estoy en un elevador, que situación más incómoda! todos mirándose, sintiendo la respiración de cada uno, percibiendo olores, y hasta buscando alguna sonrisa de complicidad, para no pasar un mal rato; pues el recorrido del primer al décimo piso suena tan escabroso y eterno.

Pero también se siente agraviado al recibir señales perturbadoras, de esas que pueden disfrazarse en llamadas telefónicas no deseadas, en gritos de los padres, de burlas y hasta de fastidios estomacales (maldito cigarrillo!).

Que valioso es respetar este espacio íntimo, en el que habito, con sus rollos alojados alrededor de mi cintura (casi desaparecida), con sus bolsones o bien llamadas ojeras por esas malas noches de pensar, por esos granos creciendo en mi cuello del stress, por mis rulos decadentes fieles a los años 80, y por esa sonrisa amplia que no escondo al mostrar mi felicidad momentánea.

Lo rescatable de este post, es la incongruencia de la escritura y de lo sustancial que puede significar esta reflexión para mi.

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