domingo, septiembre 25, 2005

Mi abuelita y el abue...

Aún recuerdo los abrazos de mis abuelos, cuando cometía alguna traversura y ellos me resondraban con una caricia... aún puedo sentir el apretón de sus manos arrugaditas contra mis pequeñas manitas... como me consentían con los dulces, dándome tofees de arequipa (ellos son naturales de allá) a escondidas de mis padres...
Mi abuela dedicada a la buena cocina, preparaba divinos platos con sazón de cariño y empeño.
Mi abuelo procuraba tener toda la variedad de frutas para complementar nuestra nutrición y engreir los gustos de los 13 nietos.
Recuerdo sus voces susurrándome al oído... diciéndo que siempre nos cuidarían y que nos querrán mucho... por siempre.
Hoy, mi abuela dejó un gran vacío en mí... desde hace 16 años que nos dejó...
Hoy, mi abuelo lo veo llorar por ella; por ese gran amor que se profesaron y porque mezcla los recuerdos con la realidad; pues acaba de sufrir dos derrames que le impiden reaccionar con todas sus facultades.
Hoy, comprendo lo que nos dieron, inconmensurable amor e irrepetibles sensaciones en mi corazón.

Lloró por todo lo vivido y por todo lo que no volverá... y porque fui feliz!

martes, septiembre 20, 2005

Miedo a la soledad?

Así como lo leí en el mail de un pajarito... y continuando con esa reflexión, pienso en todos esos chats, y blogs que tenemos para no perder contacto con el mundo, con los amigos, con la familia, con los enamorados, etc. pero también hay un trasfondo escondido que revela la necesidad natural del ser humano de estar comunicado.

Muchas personas (y me incluyo) usamos con regularidad este tipo de herramientas que nos vinculan con "el otro mundo..." y confieso que lo hago para no perderme entre los escombros que todos llaman "trabajo" y que te entierra de a pocos. Considero que la comunicación es uno de los móviles más fuertes dentro de las relaciones humanas, sin contacto todo se acaba.

De allí viene la reflexión del título de este post. Le tememos a la soledad? Y no me refiero a la soledad de pareja, puede ser el hecho de no tener amigos, la separación de la familia, etc. Aquí me toca hacer una confesión: Me gusta mi soledad, pero si le temo a la soledad de amigos y de familia. Creo que no me hallo en este mundo sin los abrazos de mi madre, sin las bromas de mi hermano, sin las sonrisas y gritos de mis chicas lindas, sin la mirada de mi partner, sin la risa de mi hermana (designada así por el cariño que nos tenemos), sin sus múltiples consejos y la comprensión de todos estos personajes que juegan un rol importantísimo en mi vida.

Pero... acaso no añoro una relación de pareja? pues claro, pero no me desespero, y no me paso la vida de relación en relación, construyendo ilusiones. Si me toca... bien! y si no funciona, pues que podemos hacer?... lucho por lo que quiero hasta el final, pero sino se puede, no queda de otra. Sólo queda lo vivido, lo sentido, lo querido... con la certeza que lo intenté y di lo mejor de mí.

La Muchacha Ojos de Papel, se dedica a vivir los diversos colores y sabores de la vida con mucha pasión... respetando a las demás, por supuesto.

lunes, septiembre 19, 2005

Los lentes de mi madre

Ayer domingo, después de salir con mi familia (hermano y madre) a almorzar y pasear hasta que nos duelan los pies, llegamos a casa muy cansados, con la promesa de pasar más tiempo juntos...

Hace mucho que no veía reir tanto a mi madre, creo que ella lo disfrutó mucho más... pues sus pequeños traviesos son cada vez más grandes...

Mientrás ordenábamos las cosas que habíamos adquirido compulsivamente en nuestro recorrido dominguero, encontré los lentes de sol de mi madre, guardados en un cajoncito del armario. Son de esos ochenteros, con los vidrios marrones oscuros y grandes, de carey y con un filo delgado hacia los lados para las orejas.

Increíble fue, que al verlos después de tanto tiempo, sintiera lo mismo que de niña...
Veía como el sol se reflejaba en su rostro, con la misma cálida sonrisa de siempre (aquella que te dice: todo estará bien) y con su olor característico a Madre.

Cuando los encontré quedé desconcertada, pues había pasado años de años y me sentí la misma niña de 5 años que cogía su abrigo rojo para salir al parque.

Sentí un gran amor y nostalgia por aquellos años que pasaron y que no regresarán - seguro es lo que ella se preguntará todos los días al despertar- fue tan inmenso y las lágrimas caían por mis mejillas, tratándo de perpetuar el momento.

Recordé nuestros paseos por las tardes de verano. Ella con una blusa perla y sus lentes grandotes, mirándome a través de los arbustos que nos rodeaban a modo de cerca natural.
Allí estaba ella, cuidándonos, miéntras mi hermano iba cual bólido en su bicicleta, yo jugaba con mis barbies; ella siempre vigilaba.
Sentí la brisa que nos acogían siempre junto con las mariposas amarillas y negras que salían revoloteando por las florecillas.

También recordé lo mucho que le decía: "Te quiero mucho, así de grande (y alzaba mis brazos hacia lo largo de cabezita). Luego fui creciendo y me enseñaron más cosas en el colegio, y le decía: "Te quiero mucho, mucho más grande que el universo". Ahora que he crecido y sigo aprendiendo más cosas, no sólo por experiencia, sino por más cosas de mí misma, le digo (y confieso no muy seguido): "Te quiero mucho, sin límites, sin barreras, sin tiempo"; "Y todo lo que soy, es por tí" - aunque eso suene poquito-

¡Madre, gracias!, ¡Te amo mucho!

viernes, septiembre 16, 2005

Misunderstanding

Hechos:
Llamada 8:00 a.m.:
Te extraño, cómo quisiera que estemos juntitos ahora... Te quiero muchísimo.

Llamada 10:00 a.m.:
¿Nos podremos ver saliendo por la tarde? Es que te extraño mucho.

Llamada 3:00 p.m.:
Estaba pensando en tí. Eres tan importante en mi vida.

Llamada 6:00 p.m.:
Tengo que hacer algunas cosas saliendo; igual conversemos en un rato para ver si nos podremos ver...

Llamada 8:00 p.m.:
Mejor conversamos mañana... ya está bien te espero... pero no te demores!

Conversación cara a cara:
No sé si te quiero... es sobre esas cosas que ya te he comentado antes... sigo pensando que eres la culpable, y eso me hace desconfiar... además no me siento como antes. Creo que no soy suficientemente feliz. Es mejor así...

Reacciones:
Ante las llamadas:
También te quiero mucho. Eres muy importante para mí. Pienso todo el día en tí.

Ante la conversación:
No entiendo... ¿cómo me puedes decir que me quieres tanto por la mañana y al final del día cambias de parecer? Yo sí estoy segura de lo que siento y reconfirmo lo que ha dicho. Lo siento mucho... créeme...

¿Llegaré?


¿Alguien tiene algún chocolatín para el camino?

miércoles, septiembre 14, 2005

La última saboreada

Ayer, me encontraba almorzando (como todos los días). Saboreaba mi pastel de verduras, y luego un jugoso lomo saltado. Mientras escuchaba a las personas conversar amenamente de cualquier otro asunto externo del trabajo.

Particularmente, me encontraba ensimismada, en mi almuerzo, y hasta empecé a contar las masticadas por cada bocado, y qué bárbaro: realmente como muy rápido - me pregunto: me hará daño eso?.

Nota mental: preguntar al médico

Y para cuando ya me encontraba en el postre, tratando (con mucho esfuerzo) de acabar mis trozitos de papaya, para que refresquen mi estómago y me ayuden a la digestión. Es cuando noté que no todos los cuadraditos de papaya estaban frescos... uhmm el sabor cambiaba: amargo-dulce, dulce-dulce, amargo-amargo, etc. en medio de las carcajadas de mis compañeros (que se escuchaba muy a lo lejos). Me di cuenta que ya estaba metida en el tazón, buscando desesperadamente que la última saboreada de papaya sea la dulce, si eso quería! así que comí y comí, hasta que me quedó una. Y para mi buena suerte, salío dulce. Qué importante es el último sabor que se queda en tu boca, cierto?

¿Qué?, ¿ya te vas?

Hacia las 6:30 p.m. me disponía a guardar mis cosas, y arreglar los últimos detalles para no dejar nada pendiente para mañana.

Y de pronto escuché una vocecita cerca de mi: "¿Qué?, ¿ya te vas?"

Era mi compañero de al lado, que tenía por costumbre quedarse un poco más tarde del horario regular.

Le respondí cortezmente, y con una sonrisa: "Sí, tengo que hacer"
Compañero: "Ah pero aquí nos vamos cerca de las 7 p.m. y un poco más"
Yo: "Sí, pero ya acabé ... "
Compañero: "Sí, pero nadie se atreve a salir antes que sus jefes"
Yo: "Tomaré en cuenta tu consejo; pero ya se me hace tarde. Ya nos vemos mañana"

Recuerdo ver su cara de asombro... quizás porque hice caso omiso a su observación, ni presté atención a su recomendación o quizás por mi descaro, mi valentía o interpretada por otros como altanería.

Para mí, sólo es cuestión de actitud... si dejamos que nos atropellen siempre lo harán, si no nos hacemos respetar jamás nos considerarán valiosos.

Nota mental: Hay una constante (lamentable, por cierto...) en muchas de las compañías peruanas, se conserva la mala costumbre de quedarse hasta tarde "disque trabajando".
Al parecer, siempre debemos, demostrar que cumplimos nuestro deber en relación al mayor tiempo que podamos permanecer en nuestro sitio... trabajando o pretendiendo que lo haces.
En teoría, tal como te enseñan en la Universidad, todo trabajo debería estar orientado a los resultados (logros obtenidos); pero... todo eso es más que palabras.