Hoy Lima se solidarizó conmigo...

Llovió tanto que a muchos mojó las medias... así como yo mojé mi almohada
Se sintió tanto frío que muchos temblaron... así como yo tiritaba de nervios
Todo tan húmedo que muchos respiraron agua... así como yo tragué mis lágrimas
Tan oscuro que dificultaba la visión... así como yo que preferí cerrar mis ojos.

Hasta mañana.

Va 1, van 2 y van 3... uff que esfuerzo! llevo 3 caracoles salvados de morir, pues los encuentro en medio de la vereda con muchas probabilidades de ser aplastados, pues avanzan a su propio ritmo de vida, así como nosotros que vamos y venimos siempre tarde, siempre rápido... y muchas veces no observamos nuestro camino y ahí están ellos, tan pequeños e indefensos, queriendo llegar, queriendo ir... queriendo vivir.

La húmeda Lima y las garúas crean un ambiente propicio para que complacidos salgan a dar una vuelta. Cargan en su mochila lo necesario para esa aventura fuera del jardín, pero muchos no llegan pues quedan aplastados por un pie distraido que pasó raudo dejando una terrible huella. Por eso, es bueno detenerse a observar y ser más conscientes de lo que nos rodea, no sólo ver, sino oler y sentir.

Ahí los veo... avanzando y dejando rastro... les aviso con un toquecito en la espalda para que estén alertas para luego moverlos hacia su hoja. Quizás no estén de acuerdo con mi ayuda porque los regreso muy pronto al hogar, sin el disfrute del viaje, pero me preocupa su bienestar por ello opto en colocarlos a buen recaudo.