lunes, septiembre 19, 2005

Los lentes de mi madre

Ayer domingo, después de salir con mi familia (hermano y madre) a almorzar y pasear hasta que nos duelan los pies, llegamos a casa muy cansados, con la promesa de pasar más tiempo juntos...

Hace mucho que no veía reir tanto a mi madre, creo que ella lo disfrutó mucho más... pues sus pequeños traviesos son cada vez más grandes...

Mientrás ordenábamos las cosas que habíamos adquirido compulsivamente en nuestro recorrido dominguero, encontré los lentes de sol de mi madre, guardados en un cajoncito del armario. Son de esos ochenteros, con los vidrios marrones oscuros y grandes, de carey y con un filo delgado hacia los lados para las orejas.

Increíble fue, que al verlos después de tanto tiempo, sintiera lo mismo que de niña...
Veía como el sol se reflejaba en su rostro, con la misma cálida sonrisa de siempre (aquella que te dice: todo estará bien) y con su olor característico a Madre.

Cuando los encontré quedé desconcertada, pues había pasado años de años y me sentí la misma niña de 5 años que cogía su abrigo rojo para salir al parque.

Sentí un gran amor y nostalgia por aquellos años que pasaron y que no regresarán - seguro es lo que ella se preguntará todos los días al despertar- fue tan inmenso y las lágrimas caían por mis mejillas, tratándo de perpetuar el momento.

Recordé nuestros paseos por las tardes de verano. Ella con una blusa perla y sus lentes grandotes, mirándome a través de los arbustos que nos rodeaban a modo de cerca natural.
Allí estaba ella, cuidándonos, miéntras mi hermano iba cual bólido en su bicicleta, yo jugaba con mis barbies; ella siempre vigilaba.
Sentí la brisa que nos acogían siempre junto con las mariposas amarillas y negras que salían revoloteando por las florecillas.

También recordé lo mucho que le decía: "Te quiero mucho, así de grande (y alzaba mis brazos hacia lo largo de cabezita). Luego fui creciendo y me enseñaron más cosas en el colegio, y le decía: "Te quiero mucho, mucho más grande que el universo". Ahora que he crecido y sigo aprendiendo más cosas, no sólo por experiencia, sino por más cosas de mí misma, le digo (y confieso no muy seguido): "Te quiero mucho, sin límites, sin barreras, sin tiempo"; "Y todo lo que soy, es por tí" - aunque eso suene poquito-

¡Madre, gracias!, ¡Te amo mucho!

2 comentarios:

Anónimo dijo...
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