Estábamos en el almuerzo, y ahí estaba ella, en el plato acomodada gentilmente junto a sus demás amigas verduras; pero después de ser rociada con limón, decidió despegar, se impulsó y cayó en medio del escote de mi compañera de lado.
Ella sorprendida se reía, la acompañamos entre sonrisas y comentarios, pues no era la primera vez que una verdura le saltaba al pecho... recuerdo un par de limones que intentaron esa misma travesía, pero luego fueron encontrados y devueltos al plato. Pero... esta vainita no aparecía, así que optamos por dejar de hablar de ella.
Nos paramos y ya de retorno a nuestros cubiles laborales, nos acordamos de ella:
L: ¿Qué fue de la vainita?
E: La busqué y no la encontré
L: Qué extraño, ¿no estará pegada por ahí?
E: Te juro, la busqué y rebusqué... y nada...
L: Veamos en el camino, quizás se cayó mientras caminábamos
E: También pasé por ahí y no la vi.
L: Ups!
Definitivamente la vainita había decidido no volver y tomar nuevos rumbos, al igual que mi compañera de lado quien cambió de dirección hacia un reto mayor.
domingo, julio 06, 2008
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