Grande fue nuestra sorpresa al toparnos con una guía turística que no entendía la diferencia entre su derecha y la nuestra... que al hablar se tropezaba con sus propias palabras, aún la puedo escuchar diciendo: "los que quieran bajar, bajen... los que no, quédense en el bus", y otros comentarios como: "A su derecha, o sea a mi izquierda podemos ver el mar, bueno no lo pueden ver porque es de noche, je"... y etc. de cosas impensables.
A continuación la vergüenza de nuestros compañeros chilenos quienes se desplazaban sigilosamente por debajo de los asientos.
Ella jugaba a pretender ser Guía, eso nos quedó claro y mas cuando exhibió abiertamente una realidad entre nuestros países:
Guía: ¿Quién es peruano aquí?
Jazmín y yo levantamos la mano a la vez.
Guía: Es una situación que debo contar, y perdón a Uds. porque es cierta.
Nosotras asombradas esperábamos algún comentario sobre la guerra del pacífico...
Guía: Esta plaza que vemos aquí, tiene algunos o mas bien dicho, todos los monumentos son de propiedad del Perú, son robados. Concluyó su acertado comentario con una fresca sonrisa (casi de triunfo).
Nosotras, reaccionamos con un gran asombro y de inmediato busqué a un compañero chileno de la empresa y le incrimé por lo que esta joven impulsiva había mencionado. Exigiéndole que nos devuelva los monumentos. Él sólo atinó a sonreir y a hundirse en su asiento para desaparecer por debajo.
Todos dieron una carcajada tan fuerte que los transeúntes nos miraron a través de los vidrios.
Lo que si es cierto es que dentro de su desvergüenza, esta guía atrevida puso en evidencia nuestros roces limítrofes que aún se mantienen a la actualidad. Lo confuso de nuestras relaciones internacionales (ex-presidentes y un juicio), las pruebas de robo de libros (ahora de monumentos), apropiación de tierras, los conflictos que hay entorno del pisco-pisco sour, choritos a la chalaca, algarrobina-vainas, y todas esas cosas que los peruanos tenemos y que tranquilamente otro país dice que es suyo.
Cada día se tejen más relatos y se van alimentando los libros de historia.
Ya no es como lo recuerdo, y la realidad está en frente de mí.
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