Particularmente, me encontraba ensimismada, en mi almuerzo, y hasta empecé a contar las masticadas por cada bocado, y qué bárbaro: realmente como muy rápido - me pregunto: me hará daño eso?.
Nota mental: preguntar al médico
Y para cuando ya me encontraba en el postre, tratando (con mucho esfuerzo) de acabar mis trozitos de papaya, para que refresquen mi estómago y me ayuden a la digestión. Es cuando noté que no todos los cuadraditos de papaya estaban frescos... uhmm el sabor cambiaba: amargo-dulce, dulce-dulce, amargo-amargo, etc. en medio de las carcajadas de mis compañeros (que se escuchaba muy a lo lejos). Me di cuenta que ya estaba metida en el tazón, buscando desesperadamente que la última saboreada de papaya sea la dulce, si eso quería! así que comí y comí, hasta que me quedó una. Y para mi buena suerte, salío dulce. Qué importante es el último sabor que se queda en tu boca, cierto?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario